Más allá de su forma inconfundible y su amarillo radiante, los girasoles han sido símbolo de muchas cosas hermosas a lo largo del tiempo:

• Alegría y energía positiva, por su conexión directa con el sol.
• Lealtad, porque siguen la luz aún cuando esta se mueve.
• Renovación y esperanza, ya que florecen en verano, cuando todo está en su máximo esplendor.
• Amor que trasciende, según una antigua leyenda griega que cuenta la historia de Clitia, una ninfa enamorada del dios del sol.

Regalar girasoles es como decir: "Confío en lo bueno que viene, y quiero compartirlo contigo.